El fútbol en Oña

UNA PASIÓN DE IDA Y VUELTA

(Eduardo Rojo Díez, 2015)

Los pioneros

En los años cuarenta del siglo pasado se produjeron los primeros movimientos para conseguir un equipo de fútbol estable en Oña, aunque en la historia del Trueba C.F., de Espinosa de los Monteros, se puede leer que jugaban con el Oña ya en los años 30. La figura clave de entonces fue José María Zaldúa, un delantero donostiarra que llegó a jugar en Segunda División, con Osasuna. Una vez retirado, Zaldúa fue contratado para administrar el aserradero Nela, cuyo edificio permanece todavía en pie junto al puente de la Estación de Oña, a la orilla del río Oca. Su experiencia y su ascendiente futbolístico fueron determinantes para organizar un equipo de fútbol en Oña, en cuyo convento tenía además un sobrino jesuita. Zaldúa era forastero y necesitó el apoyo de gente del pueblo para que el proyecto fuera viable.

El equipo de Oña el 2 de mayo de 1950

Esa colaboración la encontró en José María Gómez Rebolleda, Garoña, aficionado al fútbol y pionero junto a Zaldúa en la fundación de un equipo de fútbol en la localidad. Los primeros partidos se disputaron en un improvisado campo de fútbol en el pago de Valmoral, junto a los pontones que cruzaban el río para ir a Villanueva de los Montes. Los jugadores montaban y desmontaban las porterías en cada partido, el terreno de juego tenía una ligera inclinación, las bandas se marcaban con piedras… No fue hasta la temporada 1949-1950 cuando se inauguró el campo de la Casamaza, también en la ribera del Oca, que es en el que se juega en la actualidad. Fue un cambio del norte al sur de la villa. El campo se ubica en dos fincas privadas. Pilar Martínez y Ángel Castresana, en representación de las familias propietarias, cedieron de nuevo el uso de ese espacio, en 1973, para que el Oña C.F. jugara como equipo federado.

La década legendaria

El año 1950 fue una fecha clave dentro de la tardía historia del fútbol oniense. Se armó un once capaz de enfrentarse en condiciones de igualdad con los equipos de Trespaderne, Medina de Pomar, Villarcayo, Espinosa, y también de Briviesca. No era un equipo federado y las temporadas se ceñían a la época veraniega. La información sobre esta etapa se basa en la memoria oral, no hay documentación, y a veces los datos son contradictorios. Sin embargo, es preciso dejar constancia de algunos de aquellos jugadores que formaron parte de un equipo de leyenda para Oña, aunque no fuera nada más que porque fue el primero que levantó los ánimos de los aficionados durante la penosa y prolongada posguerra. No se jugaban muchos partidos al año, hubo jugadores que solo disputaron unos pocos… Algunos de los nombres que permanecen en el recuerdo son los de los hermanos Ignacio y José de Miguel, Ángel Rojo (Gerulo), Gregorio Antolín, Benigno Martínez, Serafín Cruz, los hermanos Félix y Luis Gómez, Miguel Martín (Tamboril), Antonio Ruiz, Pablo Rodríguez, Elías Estrada, José Luis Gómez…

Una de las formaciones más antiguas del equipo de Oña

Gerulo lleva a gala haber comenzado a jugar en el Oña con 16 años. Era un central alto, de salto potente y buen remate de cabeza, «noble pero contundente», como recuerda con nostalgia. Serafín, otro de los jugadores de antaño que sobreviven para contar aquellas hazañas, rememora que algunos le apodaban Zarra, no olvida que metió un gol desde la mitad del campo en Medina de Pomar, que entrenaban los jueves y que formaba una temible ala izquierda con Félix Gómez. Félix era el jugador más veloz del equipo, un extremo pegado a la banda izquierda, de carrera vertical y centros profundos al área. Beni, además de jugador, ejercía de relaciones públicas. Miguel Martín, Tamboril, es recordado como un medio centro de toque exquisito y verdadera alma del equipo. Se encargaba de coser los balones y de transmitir a los demás su pasión por el fútbol; después emigró a Suiza para cumplir otros sueños. Ignacio de Miguel, por su parte, siguió siempre ligado al fútbol, ya que fue administrativo de la Real Sociedad de San Sebastián, durante treinta años, y vivió con emoción el primer campeonato de liga de los donostiarras.

Celebrando una victoria junto al antiguo bar de las Chatillas Copa ganada en 1950

Pero de aquella generación, en el aspecto deportivo, destacó sobre todo Gerulo, que lució después los colores del Acero de Bilbao, que jugaba en el campo de Garellano, y que fichó por el Bermeo, de Tercera División, aunque no llegó a debutar por incompatibilidad con su trabajo. Como curiosidad, Gerulo apunta que casi todos los integrantes de aquel primer equipo de Oña vivían en la larga, estrecha y sombría calle Barruso.

Otro de los equipos que hubo en Oña, el Rayo, en el campo de la Casamaza

Una generación casi yeye

Después los más veteranos se juntaron con las nuevas incorporaciones: Miguel Ángel Alonso, Benjamín Bárcena, Sidonio García, José Ignacio Saiz, Joaquín Sáez, Julio y Pablo Martínez, Juanitín Arnaiz, José Gredilla, Jesús Morales, Penacho, Cástor Barcina, José Miguel Rebolleda… De aquellos tiempos, Benja recuerda con orgullo como él y Joaquín Sáez viajaron de suplentes a disputar el desempate de un torneo con el Briviesca, jugado en el antiguo campo de Zatorre de capital burgalesa, el anterior al actual Plantío. En el equipo de esa época sobresalió Joaquín Sáez, apodado la Saeta Rubia, que después siguió ligado al fútbol como entrenador y dirigió al Rácing Lermeño en tercera división.

El equipo de Oña en el campo de la Casamaza

El Oña siguió sin estar federado a finales de los 50 y principios de los 60, pero se armó un buen equipo que siguió ilusionando a la afición, aunque en algún momento se formó una escuadra alternativa, con el nombre de Rayo. El equipo de Poza de la Sal también se unió a los rivales de entonces. La formación oniense disputó además partidos con el Deobriga, de Miranda de Ebro, o el Club Victoria, uno de los mejores equipos modestos de Burgos capital.

El equipo de Oña en el antiguo campo del convento de los jesuitas (al fondo, con bombachos)

Algún jesuita ejercía ya las labores de entrenador y José María Carrera, que después fue alcalde de Oña, ponía todo su empeño en organizar y animar al grupo. También se disputaron algunos encuentros con los jesuitas, que vestían bombachos. Llegó a haber dos campos de fútbol en el convento, donde maniobraban los estudiantes de Teología y Filosofía y también los «Beltranes», los chiquillos del pueblo tutelados por el padre Beltrán. Pero el equipo de fútbol de Oña desapareció durante unos años, coincidiendo con una época en la que muchos jóvenes del pueblo emigraron a ciudades industriales o al extranjero.

Glorias futbolísticas en Oña

El fútbol en Oña se jugaba en verano y ello permitía reforzar el equipo con algunos jugadores de renombre, que estaban de vacaciones y visitaban la localidad por distintos motivos. Entre ellos destacó Javier Marcet, un centrocampista catalán que jugó en el Real Madrid, en el Barcelona y en el Espanyol, al que incluso su depurada técnica le llevó a ser internacional con la selección española. Licenciado en Económicas y Derecho por las universidades de Deusto y Madrid, en la actualidad tiene una Fundación que lleva su nombre: su objetivo es entrenar la técnica individual de los futbolistas jóvenes e inculcarles valores a través del deporte. El plan del maestro Marcet, que exhibió sus habilidades en el campo de la Casamaza, se enseña hoy en 28 países.

De izquierda a derecha, Marcet, Portilla, Quisqui y Zaldúa

Otro ilustre que reforzó las alineaciones del Oña fue el portero bilbaíno José Antonio Fernández Blanco, Quisqui. Formó parte de la selección juvenil vizcaína y llegó a disputar la titularidad de la portería del Baskonia a Iríbar, pero el Chopo se marchó al Athletic y él al Barakaldo, en Segunda División. Después recaló en el San Fernando, el Levante (con el que jugó en Primera), el Hércules, el Jerez Industrial y otros equipos.

Juan Portilla Sañudo fue un delantero, natural de Bilbao, que también jugó durante los veranos en Oña (aparece incluso en algunas fotos con el equipo). Portilla llegó a formar parte del Athletic en la temporada 1958-59, cuando tenía tan solo 19 años, en una plantilla en la que entonces estaban Piru Gainza, Carmelo Cedrún, Garay, Orúe, Maguregui… Después jugó con el Betis en Primera División (donde coincidió con Eusebio Ríos y Luis Aragonés) y acabó su carrera en el Calvo Sotelo, de Puertollano, con el que llegó a disputar la promoción de ascenso a Primera, que no se consumó.

No en el Oña, sino contra el Oña, jugó también el delantero Jesús María Pereda cuando daba sus primeros pasos futbolísticos en el Alcázar de Medina de Pomar, su localidad natal. Chus Pereda demostró sus cualidades en el campo de la Casamaza, pero después fue llamado a empresas más elevadas. Jugó dos temporadas en el Indautxu de Bilbao, pero su origen burgalés le impidió fichar por el Athletic. Estuvo en el Real Madrid, Valladolid, Sevilla y, sus mejores años, en el Barcelona. Fue quince veces internacional con la selección española y fue el autor del centro desde la banda derecha que cabeceó Marcelino a la red, en el célebre gol que dio a España el título de la Eurocopa de 1964, en una final contra la URSS en el Bernabéu y que terminó con el resultado de 2 a 1. Pero las cámaras de TVE no grabaron ese centro y en el montaje del NODO el que daba la asistencia siempre fue Amancio, en una jugada trucada que no se correspondía con el verdadero centro del gol de la victoria. Chus Pereda, Polvorilla, murió en 2011, pero tres años antes consiguió ver por segunda vez en su vida su pase de gol a Marcelino gracias a un documental de la televisión rusa, que sí grabó, de forma independiente, la jugada del gol. Durante 44 años, solo los espectadores que acudieron al estadio pudieron ver la jugada completa en España. La gloria y el engaño dependen de un solo plano.

De la leyenda a la oficialidad

Tras años sin fútbol en Oña, en los que los jóvenes jugaban en las Eras o en la plaza del Convento (o en el antiguo campo de los jesuitas, si había suerte), se habilitó de nuevo el viejo y abandonado campo de la Casamaza para jugar en un principio «a lo ancho» y, en una segunda fase, con las dimensiones reglamentarias. Al suelo de tierra inicial le sucedió más tarde el césped. Se puede afirmar que el fútbol en Oña comenzó a modernizarse en 1973, año en el que el equipo se federó y jugó en Segunda Regional.

Una de las primeras formaciones del Oña federado

El primer presidente fue Ramón Fernández, al que siguió Saturnino Pérez. Se construyeron los vestuarios y se organizó el club. Tras tres años en Segunda, el Oña ascendió, después de vencer en la promoción al Burgos Promesas, y la temporada 1976-77 la disputó en Primera Regional. Se formó una nueva directiva con Gregorio Moreno, de presidente; Miguel Ortiz, de vicepresidente; y Generoso Pérez, de tesorero. Como vocales figuraron Eloy Pereda, Ángel Pereda, Sidonio García, Jesús Ruiz-Capillas, José Luis González y los dos expresidentes antes citados. El presupuesto para la nueva andadura, con 250 socios, ascendió a 300.000 pesetas (1.800 euros).

Hasta su desaparición como equipo federado pasaron una infinidad de jugadores, muchos de ellos de los pueblos de alrededor (Barcina, Ranera, Los Barrios, Zuñeda…). Sería muy prolijo y complicado enumerar a todos, por lo que vamos a reseñar la plantilla oficial que debutó en Primera Regional y que obtenemos de una crónica de pretemporada publicada en el Diario de Burgos. Como porteros figuran José Manuel Fuente y Molinero. La defensa estuvo formada por Pepe González Gredilla, José Luis Rojo, Chus Gómez, Mariano García y Carlos García. En el medio campo jugaron Ángel Pereda, Abel Caño, Fermín Gómez, Juan Gómez, José Antonio Gómez, Paco González y Linares. En la delantera compitieron por un puesto Eduardo González, José Ángel García, Alberto San Juan, Eduardo Rojo, Íñigo Uría y Jasio Molinuevo.

El equipo era una mezcla de veteranía y de jóvenes ascendidos al primer equipo del oficioso Oña juvenil. El brazalete de capitán lo llevaba Ángel Pereda, un medio centro a lo Guardiola, con una buena colocación, gusto por el toque en corto y dotes de entrenador, dentro y fuera del campo. El entusiasmo y la bravura sobre el terreno de juego los ponían Pepe González, un lateral izquierdo que recorría su banda de forma incansable y se incorporaba al ataque como un delantero más, como se hace en el fútbol actual. Otro jugador que levantaba al público de unos asientos que no había era Jasio Molinuevo, con sus desmarques y electrizantes carreras en diagonal en busca del gol.

Jasio Molinuevo sacando un córner, al estilo Johan Cruyff Primera ficha de Eduardo Rojo

En esa época de oro del Oña C.F. en Primera Regional se renunció incluso a la posibilidad de ascender a Preferente, por problemas económicos. Después el equipo bajó de nuevo a Segunda Regional y languideció hasta desaparecer.

Tras el nuevo parón, el Oña resurgió bajo la dirección de José Ignacio Molinuevo en los torneos de aficionados de la Diputación de Burgos, durante tres temporadas, entre 1992 y 1995, pero ya no como equipo federado. Después de otro intervalo sin fútbol, la siguiente etapa la lideró otro exjugador, José María Gómez Aparicio, con una formación que volvió a participar en el campeonato de la Diputación Provincial. Con Javier Rodríguez Pereda, el Oña ha vuelto a jugar como federado en estas tres últimas temporadas, en lo que en la actualidad se llama Primera División Provincial de Aficionados. Pero esta temporada 2015-16 que se avecina, fiel al destino que le marca su intermitente historia, el equipo volverá a entrar en fase de hibernación.

Uno de los equipos de Oña que disputó el campeonato de la Diputación, tras salirse de la Federación

Colores en blanco y negro… Canciones a viva voz…

El uniforme que institucionalizó el Oña C.F. en 1973 fue la camiseta verde y el pantalón blanco, aunque en la etapa previa a estar federado vistió una camisola dividida en dos grandes franjas, una azul y otra blanca, con calzón negro. Los colores de la vestimenta de los años 40 son difíciles de determinar y la memoria de los protagonistas flaquea ya. Las imágenes son en blanco y negro y Gerulo no mantiene en su retina los colores de la camiseta con la que jugaba, pero sí está seguro de que en la primera época «ninguna era igual». Hay incluso una vieja fotografía en la que la camiseta es de rayas estrechas, unas son blancas y las otras podrían ser rojas, y el pantalón negro. Otra de las formaciones onienses vistió rayas anchas, rojas y negras, y pantalón también negro..

El equipo de Oña justo antes de federarse, antes de adoptar la camiseta verde

Los equipos del Oña de finales de los años 50 y principios del 60 lucieron una camisola azul, abierta y abotonada de arriba abajo, con una banda blanca en forma de uve sobre el pecho, y con el pantalón también azul.

Con unos colores u otros en la camiseta, la afición del Oña siempre ha sido animosa. Aunque el campo de la Casamaza también ha vivido episodios tristes, como una multitudinaria y bochornosa pelea ocurrida entre los seguidores onienses y los del Trueba C.F., el equipo de Espinosa de los Monteros, en la época en la que el Oña C.F. ya estaba federado.

Pelea en el fondo sur de la Casamaza entre seguidores del Oña y del Trueba, con un palo por el aire

Pero de los buenos partidos, Mari Paz Pérez Sáez, de la familia de los Molineros, recuerda todavía algunas antiguas canciones:

Oña siempre será campeón,
tendrá corazón
brioso y noble,
más recio y duro que un roble.
Oña siempre vencerá…

Si algún gol enemigo
os hiere en el combate…
Rumba , la rumba, la rum…
Seguid jugando al fútbol
en busca del empate…
Rumba, la rumba, la rumba,
la rumba del balón.
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Cuando Zaldúa quiera
y quiera y quiera…
Cuando Zaldúa quiera,
Oña ganará.

Los Gómez, una saga de futbolistas

Varias generaciones de una misma familia han jugado en el Oña. Gerulo vio como su sobrino José Luis Rojo jugó en su mismo puesto, de central, dos décadas después. Lo mismo le ocurrió a José Gredilla y a su sobrino Pepe González Gredilla o a José Ignacio Saiz y su hijo Fernando ...

Pero hacer una historia del fútbol en Oña es hablar de la estirpe de los Gómez. En todas las etapas ha habido un Gómez sobre el terreno de juego. Entre los pioneros estuvo José María Gómez Rebolleda, promotor y jugador del primer equipo de fútbol. En aquel conjunto legendario para los onienses, en los años 50, jugaron también sus primos Félix y Luis Gómez. Tres sobrinos de estos últimos: Juan (un virtuoso, en carrera, con el balón pegado al pie), Chus (un defensa con mucho tesón) y José Antonio Gómez, Choni (uno de esos mediocentros infatigables que todo entrenador quiere en su equipo), jugaron en los primeros tiempos del Oña C.F. federado, con el que subieron a Primera Regional.En el último equipo que ha jugado en la Primera División Provincial de Aficionados, han participado un nieto de Félix Gómez, David García Gómez, y un hijo de Juan, Pablo Gómez Tricio.

Los hermanos Gómez (Juan, José Antonio y Chus), tres jugadores en el mismo equipo del Oña C.F.

Y quién sabe si dentro de algunos años los hijos de José Antonio, Susana y Nicolás Gómez Rojo, no formarán parte también del Oña. De momento, como infantiles, defienden sus colores en los torneos de los pueblos de los alrededores. Son el futuro, aunque este sea incierto y ellos estén a expensas del enésimo renacimiento del fútbol en Oña.

Última época del Oña, cuando disputaba los campeonatos de la Diputación

Equipo de veteranos del Oña C.F., en el campo de Trespaderne, en septiembre de 2006

La cantera del Oña en 2015

Acta fundacional del Oña C.F., en 1973, con la primera directiva y la primera plantilla, de tan solo 15 jugadores

Nota bene: Este artículo está escrito sin la ayuda de la información que guarda la Federación de Fútbol de Burgos, que en el momento de la redacción había entregado a la Federación de Castilla y León todo su archivo para su digitalización. La parte correspondiente al Oña C.F. todavía no estaba disponible y no se ha podido consultar. En consecuencia, este texto debe considerarse más como una crónica sentimental del fútbol en Oña que una historia oficial. Como tal apareció una primera versión de este artículo en el programa de las fiestas de San Vitores de 2015.