Las inundaciones del 14 de agosto de 1908

La riada que anegó hace un siglo el valle del Oca
Eduardo Rojo Díez (2008)

El sacristán de la iglesia de Oña, que por casualidad vio venir la punta de la riada desde la torre, tocó a rebato para avisar del peligro: “pero ni le creyeron ni tuvieron tiempo para creer”. La avenida llegaba tan rápida que al verla los labradores que trabajaban en la Nava y la Vega del río Oca “no pensaron más que en asegurar sus vidas huyendo, sin poder salvar sino muy poco trigo”. A esa hora, y en esa época, numerosas personas participaban en la trilla y beldado de las mieses.

Se trata de un testimonio excepcional de una riada que anegó el 14 de agosto de 1908 el curso medio y bajo del río Oca y de la que, además, ha quedado constancia fotográfica. El cronista es un jesuita del monasterio de Oña que publicó una pequeña reseña en la revista semanal La Hormiga de Oro. Ilustración Católica (19 de septiembre de 1908). Esta riada un fenómeno de carácter local, producto de las típicas tormentas de verano es la misma que el Anuario de Aforos del MOPU data erróneamente un año antes, en 1907.

La Nava de Oņa anegada en 1908

Un embalse natural

La avenida dejó convertido en una balsa todo el valle de Oña y Tamayo y arrastró a su paso árboles, vigas, instrumentos de labranza y, sobre todo, los haces de trigo arrebatados de las eras de los pueblos de la Bureba por donde la corriente había pasado.

La crecida del Oca se represó al toparse con la estrechez del desfiladero de Oña, donde las aguas subieron a una altura de ocho metros por encima de su nivel habitual. La ya desaparecida fábrica de la Unión Resinera entonces de reciente construcción fue el primer edificio que recibió la embestida de la súbita avenida, que derribó la tapia de piedra que la rodeaba, arrastró las paredes y el tejado del cobertizo y se llevó 250 barriles de resina. Siete casas edificadas junto al río tuvieron que se desalojadas.

No fueron éstos los únicos destrozos, como relata el cronista jesuita, ya que la corriente “destrozó cercas, causó desperfectos considerables en la carretera, arrancó de cuajo árboles de quince metros de altura, nogales corpulentos y el armazón del puente [de la Maza] se encontró después a unos ocho metros de distancia, entero, sí, pero completamente deformado”. Tras esta riada de 1908, el puente de la Maza, de procedencia medieval, fue reconstruido esta vez más elevado, para no ser rebasado por las avenidas y así está en la actualidad, aunque limitado al uso peatonal.

Puente de la Maza reconstruido tras riada 1908, Oņa Riada de 1908, restos del puente de la Maza, Oņa

Los puentes de las carreteras que unen Poza de la Sal con Briviesca y con Cornudilla también fueron devastados. El coche correo entre Briviesca y Medina de Pomar tuvo que pasar la noche en Oña porque la carretera quedó cortada.

Los daños originados por la riada se estimaron en 500.000 pesetas sólo en Oña y en los pueblos aledaños, como Tamayo, Pino, Castellanos y Terminón. En las localidades de Lences, Hermosilla y Solas (Llano de Bureba), las viñas quedaron destrozadas.

La tormenta en el Diario de Burgos

La riada fue de tanta envergadura en Oña porque allí convergió toda la tormenta de agua y granizo que cayó durante dos horas en el entorno del puerto de la Brújula y que, afortunadamente, se repartió entre las cuencas del Ebro y el Duero. Los vecinos quedaron abatidos y consternados por la magnitud del desastre.

La Presa de Oņa inundada en 2008

El Diario de Burgos, al día siguiente de la catástrofe, informó de que el Gobernador Civil visitó alguno de los pueblos castigados y volvió desolado. La piedra caída tuvo por término medio el tamaño de un huevo de perdiz, aunque en algunos lugares alcanzó las proporciones de uno de gallina e incluso hubo algún granizo de hasta “cuatro onzas”.

La granizada cegó la cuneta y las alcantarillas de la vía férrea, el túnel de Barrios de Colina quedó convertido en un canal y el rápido de Irún tuvo que estar detenido durante hora y media. Cauces desbordados y fincas anegadas se vieron en Villafría, Cótar, Orbaneja Riopico, Quintanapalla, Monasterio de Rodilla, Fresno, Villaescusa la Sombría, Piedrahita, Revillagodos, Temiño, Caborredondo o Santa Olalla, donde la Guardia Civil tuvo que rescatar a la molinera enferma. En Villalval las calles quedaron cubiertas de un metro de granizo envuelto en fango y paja.

En días posteriores, los corresponsales de DB en la cuenca del Duero aumentaron la lista de damnificados por la tormenta del 14 de agosto de 1908. En Sotillo de la Ribera el agua subió en las casas a más de tres metros de altura y muchas de ellas se hundieron. Además, centenares de animales domésticos desaparecieron y a las pipas de alcohol de la fábrica se las llevó la corriente.

Los pueblos de las riberas del Esgueva y el Gromejón también sufrieron el embate de las aguas, como Cabañes, Torresandino y Santibañez o Gumiel del Mercado, Pinillos y Quintanilla del Pidio.

Otras riadas históricas en el Oca

En 1742, cuando el río Oca se llamaba todavía Vesga, tenemos noticias de que una avenida se llevó en Oña el mencionado puente de la Maza, que tardó seis años en reconstruirse en piedra. La Merindad de la Bureba se negó a sufragar los gastos por considerar que el puente había quedado para uso particular del pueblo, una vez que el camino real que pasaba por Tamayo había dejado de ser la principal vía de comunicación entre Oña y Briviesca.

La gran crecida de 1775 volvió a arrastrar el puente de la Maza, que fue reconstruido, esta vez en madera, dos años después. La riada de ese año destruyó o dejó maltrechos otros puentes sobre el Oca y el Ebro en el término de Oña, como los de la Horadada, Picón de la Condesa (frente a lo que fue el despoblado Susenes) y Santé. Otra impetuosa avenida ocurrió el 22 de enero de 1881, cuando las crecidas aguas del Oca cortaron el ferrocarril a su paso por Briviesca.

La Nava de Oņa inundada en 2008 La Nava de Oņa anegada en 2008

Más recientemente, las riadas más importantes que están registradas en la estación de Oña son las de diciembre de 1959 (donde las aguas alcanzaron una altura de 7 metros y un caudal de 134 metros cúbicos por segundo) y junio de 1977 (con una altura de 5,41 metros y un caudal de 103 metros cúbicos por segundo), según datos facilitados por la Confederación Hidrográfica del Ebro.

La última riada sucedió el 1 de junio de 2008, festividad de San íñigo, con todos los vecinos más pendientes de la lluvia y del nivel de las aguas del Oca que de la fiesta en honor del abad más importante que tuvo el monasterio benedictino de Oña.