Oficios y labores

Comentario del profesor Fidel García Domínguez durante la presentación del libro

Hablar de oficios y labores es aludir a los pinos, a la resina y a la madera, de baja calidad, pero madera; es hablar de los campos, de las huertos, de los árboles frutales, y también de albañiles, carpinteros, pellejeros, carreteros, herreros, mecánicos, e igualmente de tenderos, comerciantes, taberneros, carniceros, especieros, y de funcionarios y empleados del monasterio, maestros, guardias, ferroviarios... Todo esto queda evocado en este bloque.

resinera de sante imprenta de los jesuitas

Tras este bloque, y ya muy lejano, queda el hecho de realidades que se han olvidado, como podrían ser las bodegas y el vino, los molinos, los batanes: Sí, los batanes y los tundidores, las lanas, los tejedores, los tintoreros, los pellejeros, los guarnicioneros... Casi todos estos oficios se ejercitaban en torno a la plaza del Mercado, no muy antiguamente, surcada por la cerca-muralla y recorrida, tras la cerca, por el cauce del manantial principal de la huerta, caudal cuyo cauce discurría por el medio de la plaza del Mercado y generaba fuerza motriz y movía los batanes. Oña fue en un tiempo un renombrado centro de tejidos populares, muy conocido en todo territorio de la mesta y competía con centros como Zamora, Avila, Soria, Valencia, Murcia, Baeza, Alcalá, Usagre, Valderas... La plaza del Mercado y el nombre de la calle la Guaña evocan todos estos oficios. Y esa plaza sabe también mucho de judíos. Tras la cerca, en el antiguo barrio de Maza, hay que situar a los judíos. Y ahí es donde en 1381 quemaron la casa que hacía de sinagoga y acuchillaron a siete u ocho judíos. Los judíos nunca fueron muchos en Oña. El Abad los tenía muy controlados y casi a su servicio. Les dejaba vivir y, de hecho, algunos vivían desperdigados por todo el pueblo. Pero nunca fueron más de 12 familias. Lo normal era una presencia de cinco o seis familias. Algunos ejercían alguno de los oficios enumerados arriba, y otros se dedicaban a la compraventa de todo lo que se podía comprar y vender, y, además, a la recaudación de impuestos y de deudas y al préstamo de dinero, y casi siempre, como digo, al servicio del Abad.

aserradero albaņiles

Eduardo, todo esto me han evocado las 20 fotos que aparecen en este bloque.